Fue poeta y ensayó eternamente serlo,
fue hombre, fue Dios e intentó ser tigre,
sin llanto y consiente de la mano firme
destrozó un cuerpo deseando tenerlo.
Confió en las cajas, en los mansos perros
(creyó que un cuerpo sin alma desaparece),
renegando después de la carne que apetece
intentó con aforismos borrar sus claros yerros.
Pudieron detener su ola de muerte
cuando la muerte le negó una ambulancia,
hallaron no una mujer sino su suerte
en partes regada y en partes constancia
del delirio de un poeta vuelto muerte,
vuelto ficción, sangre y arrogancia.