lunes, 20 de diciembre de 2010

Cerdos, Solís, Lazarte y la FIB

Son pocos los aficionados que habrán celebrado la retención del título FIB minimosca por parte de Luis Alberto Lazarte, y estos pocos son cínicos como cínicos fueron los jueces Héctor Afú y Richard Green al declarar un espantoso empate y estafar de la manera más sucia a Ulises Solís en una pelea que ni siquiera fue cerrada: más agua de alcantarilla para la FIB.

Otros tiempos

Parece que hay un mar de distancia de aquella pelea en la que
Juan Herrera perdió su título mosca de manera extraña y ante su gente, apenas en su segunda defensa del título. Antes o durante la pelea, no queda claro aún, el monarca AMB mosca se dislocó el hombro; el problema fue que delante tenía a un gran toro de lidia: Santos Benigno Laciar.

El primero de mayo de 1982, la afición de Mérida, Yucatán, fue testigo de como el monarca se fue desmadejando poco a poco hasta que su actuación en el cuadrilátero fue imposible ante el intenso dolor. Laciar, un completo boxeador, realizó su trabajo y destronó a Herrera en lo que muchos mencionaron una desmerecida victoria. El
Falucho se encargó de demostrar que era un peleador de élite al realizar nueve defensas del título.

Ya sea por la lesión del hombro o por el golpe sicológico que significó esa derrota,
Juanito no volvió a ser el mismo boxeador: antes de la pelea apenas sumo dos derrotas, después de ella agregó ocho más hasta el retiro. Ni la revancha, celebrada en Italia, pudo ganar Herrera.

Tiempos de estiércol

Este 18 de diciembre le tocó ser visitante al mexicano. Mar del Plata y la afición se entregó por completo a un campeón veterano, falto de grandes recursos pero lleno de ímpetu; desgraciadamente nada pudo hacer el
Mosquito Lazarte ante el superior boxeo del Archie Solís: nada, incluso sus artimañas no pararon al azteca de darle una lección de boxeo.

Cuando Lazarte peleó con Tamara sorprendió esa hambre de triunfo y esa pasión (con cabeza incluida) que mostró, misma que le sirvió para acorralar y conectar de lleno toda la pelea al entonces campeón FIB minimosca. Suciedad sí hubo en la pelea, pero fue ínfima comparada con el boxeo de riñones que mostró el argentino: cerrada y merecidamente se coronó.

Desgraciadamente el sábado pasado, desde el primer episodio, Lazarte sintió la pegada y la velocidad de Solís. Solís descubrió que cuando el pampero baja la rodilla derecha va a lanzar un volado (un boxeador muy predecible) y logró pararlo en seco. El
Archie obligó al Mosquito a pelear en reversa.

Pero cuando faltan los recursos boxísticos y cuando el empeño y el corazón no basta, la maña y la experiencia salen a relucir. A Lazarte le falta, y nunca lo tendrá ya, mucho boxeo pero le sobra el juego sucio y en la pelea ante Solís sacó casi todo su arsenal: lo mordió, lo golpeó en la nuca, lo golpeó de conejo, lo golpeó en los bajos, lo aventó, le dios tres cabezazos intencionales (además de los propios del atrabancado estilo del argentino) le dio en los riñones e incluso lo empujó dos veces y casi lo mandó fuera del ring.

Sí, Solís perdió la calma ante la complicidad del réferi Max Parker Jr., pero la pelea de Lazarte consistió en amarrarse y tirar golpes en la nuca. Si se vuelve a ver la pelea y se cuentan los golpes contundentes de Lazarte, los golpes limpios, sólo conectó 10. Si eso basta para contrarrestar los 67 golpes en blanco franco del Archie, entonces la Federación Internacional de Boxeo no tiene vergüenza.

La delicia del boxeo no es el KO y muchos esperaban, por el bien de Solís, que el mexicano dejara fuera de combate a Lazarte antes de llegar a las tarjetas. Eso se pensaba ante una pelea cerrada y ante la localía de campeón mundial. Sobra decir que de nada sirvió el bodrio de pelea que intentó Lazarte, de nada sirvió el boxeo superior en por lo menos 10 asaltos de Solís, de nada sirvieron los dos puntos descontados al argentino, de nada sirvió que los tres jueces y el réferi hayan sido extranjeros: fue un robo espantoso, un robo de cerdos.

La prensa argentina ha escrito que Lazarte se repuso en el segundo tramo de la pelea, es decir, ganó seis episodios. ¿Entonces cómo se justifica el empate ante los dos puntos descontados? El Mosquito necesitó ganar siete asaltos en la pelea y a menos de que se tenga un problema neuronal a la vista de todos es que Lazarte no ganó más de tres episodios. ¿Con qué cara saldrá Lazarte en su próxima defensa?, ¿con qué credibilidad Afú y Green volverán a marcar tarjetas?, ¿con qué cara volverá a leer las reglas Parker Jr. a dos púgiles?, ¿con qué cara celebran en argentina a su aún monarca Lazarte? Daría vergüenza tener un campeón mundial así.

Cosas parecidas y cosas de la FIB

México no está exento de las decisiones fraudulentas en el boxeo y en este 2010 mancharon hasta el oprobio tres fallos, localistas sin ninguna justificación. Nadie se explica cómo
Zulina Muñoz, después de ser apaleada, empató con la venezolana Mayerlín Rivas el pasado 9 de julio y con el título juvenil CMB gallo en juego.

Otra de las peleas polémicas fue la del pasado 2 de octubre, en la que
Juan José Montes se alzó con la victoria en una detención técnica ante Sylvester López; nadie como el filipino había golpeado al
Goofy y nadie había exhibido las carencias del mexicano de manera tan evidente. Una cortada que no surgió de cabezazo (por sus bordes regulares) terminó con la contienda y con la difícil prueba para el tapatío. Los jueces decidieron que una caída valía toda la pelea y la defensa obligatoria por el CMB supermosca.

La tercera y pésima decisión fue en la que el acabado
Rigoberto Álvarez se ciñó el cinturón interino AMB superwelter ante Nobuhiro Ishida. El 9 de octubre, en una pelea espantosa, con desempeño de ambos merecedor a un "no-contest" de EUA, un empate en nuestro país. Por decisión dividida se le regaló el título al hermano del famoso
Canelo.

Duele que en México se hagan estas cosas cuando los propios mexicanos son despojados de importantes triunfos por la misma vía. En mayo pasado, valga la reiteración de nuevo, Abner Mares, el flamante campeón plata CMB gallo, fue robado por Adair-Williams después de dar una golpiza a Yhonny Pérez, cuando el título FIB gallo estaba en juego.

Para las que mencionan que la FIB es el organismo más serio, por su rotación de cabeza, por el hecho de que no tienen campeones interinos, plata, super campeones y por el hecho de que las peleas mandatorias no tienen que esperar siglos para llevarse a cabo, ahí tienen a la FIB: Celestino Caballero, Devon Alexander, despojados; Mares y Solís, robados. ¿Esa es la organización más seria del boxeo mundial?

LaMotta, Stallone y el Salón Internacional de la Fama del Boxeo

A propios y a extraños agradó la noticia de que Mike Tyson pero principalmente Julio César Chávez entraron al Salón Internacional de la Fama del Boxeo este 2010; sorprende, por otro lado, que Sylvester Stallone haya sido incluido cuando existen, por mucho, otros realizadores y actores con mayores merecimientos: el Jake LaMotta que encarnó Robert De Niro y dirigió Martin Scorsese es el más claro ejemplo.

El arte de hacer millones de dólares

En 1976 nadie imaginaba que el mayor fenómeno del cine de boxeo surgiera de una película que apenas gastó 28 días de trabajo y poco más de un millón de dólares. Tampoco imaginaban que la vida de Rocky Balboa se convertiría en un ícono de la cinematografía internacional contando con un argumento muy simple y totalmente desvirtuado del boxeo como tal.

Stallone escribió un guión tratando de homenajear al único campeón mundial de peso completo que se retiró invicto (aún y cuando los archivos de Eduardo Lamazón dicten lo contrario): Rocky Marciano. Al igual que The Brockton Blockbuster, el personaje de la saga tenía un estilo de pelea sangriento: recibía muchos golpes y resistía estoico hasta la victoria.

La primera película atrapó a la audiencia, recaudó más de 56 millones de dólares; la película impactó a Hollywood, ganó tres premios óscar, incluido el de mejor película de 1976 y con las 10 nominaciones, incluidas mejor guión y mejor actor, Sylvester saltó a la fama. La serie, no obstante de seguir atrayendo a la taquilla, sólo repitió hasta el cansancio un mismo patético argumento.

Stallone exageró en aquellos aspectos que ignoraba o llenó con lugares comunes aquellos que no tenían interés dramático. Los púgiles que protagonizan las seis películas son verdaderos físico-culturistas y no los espigados o rechonchos peleadores del deporte en carne viva; los entrenamientos no son el pan de cada día y las peleas parecen concertarte mágicamente. En estos filmes, todo importa más que el boxeo.

La aparición de estrellas como Joe Frazier o Roberto Durán no asegura que la saga sea un homenaje para el boxeo. Al contrario, el mismo Stallone declaró que sólo un loco podría dedicarse al pugilismo, en clara falta de respeto a quienes por necesidad o por vocación han adoptado la fistiana.


El arte de hacer boxeo

El remordimiento por un falso asesinato orillaron a Jake LaMotta a buscar la redención en un boxeo sangriento, en la constante violencia intrafamiliar y en el alcohol. Su deseo íntimo de la gloria lo llevaron a ser campeón mundial mediano y en ser el primer hombre en derrotar a Sugar Ray Robinson, el gran maestro que era su antítesis y que se volvió en su obsesión sin antídoto.

LaMotta escribió una autobiografía a la que tituló The Ranging Bull, tratando de seguir presente en los titulares de los diarios; en el libro, el ex campeón narró las peripecias de su vida, su gitano paso por el boxeo y su declive personal. El texto atrapó a Robert De Niro y este, después de mucho batallar, convenció a Scorsese de realizar la película.

La tormentosa vida del Bronx Bull precisaba de un actor excepcional, por ello De Niro no sólo tomó la asesoría personal del boxeador sino que se transformó a si mismo en un púgil. Desde la alimentación hasta las arduas sesiones de guantes, Robert se convirtió a si mismo en un real peso mediano que peleó profesionalmente en el rodaje de la cinta y en la vida real.

Después de ver boxear a Young LaMotta, el original boxeador le recomendó a De Niro dedicarse al boxeo, lo que éste declinó por tener tantos riesgos el deporte de los puños. El riesgo que si tomó, y a la larga afectó sus riñones e hígado, fue convertirse en el obeso LaMotta después del retiro: a base de pasta engordó más de 20 kilos en cuatro meses.

La película, menos taquillera que Rocky, homenajea la vida de un púgil contada por el mismo; a diferencia de otras cintas similares, las escenas de combates fueron filmadas de combates reales y no hay una pizca de sentimentalismo a la hora de abordar los verdaderos dramas del boxeo: la lucha eterna contra el peso, las peleas que nunca llegan o las que se pierden por dinero, ese poderoso factor que puede encumbrar o destruir carreras.


¿Una decisión errónea?

Tratando de dar una visión real (hiperrealista si se quiere) del mundo pugilístico, De Niro arriesgó su propia integridad y aprendió a amar el boxeo, no se conformó con hacer teatro de la fistiana sin comprenderla, como Stallone. The Ranging Bull no maquilla las vergüenzas del boxeo, Scorsese las expone crudas como son, como no lo hace Rocky, donde el cliché se contenta con generar taquilla.

A los expertos del Salón Internacional de la Fama del Boxeo habría que preguntarles si en verdad reflexionaron este galardón tan importante, apenas concedido a 26 personas; optaron por el cine superficial sobre boxeo, aquél que no mete el dedo en la llaga pero sí enternece a las masas.