martes, 29 de noviembre de 2005

EN LA NEGRA ANSIEDAD DE LA MAÑANA

Me pregunto que hago,
escribiendo solo,
que pienso en el momento,
afuera pasto,
llano,
no hablo,
no entiendo un suspiro,
voces a mi lado
y ya estoy muerto
desde el principio;
quien se preocupará
de mi cuerpo,
sólo cuando apeste,
sólo cuando se infle,
volverán sus ojos
a la masa indeterminada,
no quedarán mis pestañas,
nadie sabra que decir,
incluso,
si alguno escuchó antes
mi voz,
sólo vera asco,
y más que asco:
dolor.

Entonces
amanecera un nuevo día,
nuevas caras,
nuevo sol,
el suelo sin marcas
reira en un atardecer
delicado,
la negrura del cielo
encumbrará su corazón;
preguntencelo a cualquiera,
que nadie lo notó,
solo tiesos palos
y arboledas,
tan solo esta ventana,
esta risa,
este cuerpo,
esta alma,
este misterio
y yo.

Vivo aun,
pero
pudrieondose
de melancilia,
grotesca,
infantil melancolía,
nadie me entiende,
lo sé,
solo,
muerto...

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