jueves, 12 de agosto de 2010

12 de Agosto de 1982

La pelea más dura fue la de Las Vegas contra Wilfredo Gómez... Bueno, nosotros sentiamos que era dura pero para él a lo mejor fue la más fácil.
-María Luisa Narváez Arcos, su madre.

Como muy pocos boxeadores mexicanos, Salvador Sánchez Narváez, el gran campeón pluma, forjó con su vida y su muerte una de las más grandes leyendas del boxeo nacional. Sus peleas en la Arena Coliseo deleitaron a los aficionados capitalinos y, años más tarde, por televisión ilusionaron a toda una nación. "Chava", como algunos lo llamaban, murió hace 28 años y parece que ni un sólo día ha pasado desde que su porsche se estrelló.

En todas las discusiones sobre el mejor peleador mexicano de todos los tiempos salen a la luz nombres como Raúl "Ratón" Macías, campeón mundial gallo y el más popular que ha tenido México; Rubén "Púas" Olivares, campeón mundial gallo y pluma y el que más emocionantes peleas regaló al público; Julio César Chávez, campeón mundial superpluma, ligero y superligero, el más exitoso sin duda, y Sal Sánchez, que un día como hoy vio cortada una carrera que pintaba para ser la mejor de todas.

Antonio Becerra fue el único púgil que pudo vanagloriarse de haber vencido a Sánchez, allá por el lejano 9 de septiembre de 1977, cuando el mexiquense acumulaba 18 victorias espectaculares al hilo. Pero en esta batalla, en la que estaba en juego el cinturón gallo de México, los jueces en Mazatlán, Sinaloa, favorecieron al local que, dicho sea de paso, nunca escaló a la gloria de los inmortales.

Siete meses después, el 14 de abril de 1978, en su debut en Estados Unidos, Salvador Sánchez sufrió un nuevo robo al ser decretada como empate su contienda contra el zurdo Juan Escobar, siendo la única ocasión en que el originario de Santiago Tianguistenco conoció la lona producto de un resbalón que el réferi se digno en contar como válida.

Después todo fue triunfos hasta su combate contra la muerte, que perdió en una carretera y no en el cuadrilátero como quizás el hubiese deseado. Vinieron en 1980 los triunfos sorpresivos y mundialmente aplaudidos sobre Danny "Coloradito" López (quien este año acaba de ingresar al Salón de la Fama), el 2 de febrero y el 21 de junio, cuando Sánchez saltó a la fama con un jab muy potente y un recorrido del cuadrilátero que sólo un maestro puede desplegar.

Vinieron también las nueve defensas del campeonato mundial CMB (récord hasta el momento imbatido), y la gloriosa noche en que Sal derrotó la boca y los puños de Wilfredo "Bazooka" Gómez, por mucho el mejor boxeador de Puerto Rico y verdugo despiadado de mexicanos.

Gómez no se cansó de vituperar a Sánchez y de amenazarlo con darle una paliza histórica en el Caesars Palace, de las Vegas, donde intercambiaron metralla el 21 de agosto de 1981. No se cansó tampoco (cuentan) en el gimnasio, puesto que tenía gran seguridad en su pegada que la pelea no pintaba tan complicada contra el mexicano.

Pero al llegar la gran noche "Chava" acalló al conjunto tropical que acompañó al boricua hasta el ring, calló la famosa frase de "..tomate una foto, porque después de la pelea no te vas a reconocer..." y acabó con la fiereza de Gómez desde el primer round. No terminó la obra (cuentan los que lo vivieron) porque quería darle una paliza que nunca fuera olvidada; el octavo round esa masacre acabó.

La gran victoria le valió a Salvador Sánchez el titulo de peleador del año 1981 junto a otro inmortal, "Sugar" Ray Leonard, quien noqueó a Thomas "La cobra" Hearms y se unificó los titulo welter CMB y AMB ese mismo año.

Pasaron 11 meses y una nueva victoria se ciñó con letras doradas, el 21 de julio de 1982, derrotando a Azumah Nelson, nada más y nada menos que el mejor boxeador que el continente africano ha dado. Sánchez convenció en los 15 rounds de la contienda y lo noqueó de forma aparatosa al final de la misma.

Pero dos meses después, la historia de una vida se terminó y comenzó el mito. Como a Pedro Infante el destino guardo a Sal en un aura de juventud y de éxito, en el cajón de las grandes leyendas del boxeo mexicano donde nadie podrá compararsele.

Carismático, amable, seguro de si mismo, dominó el uppercut que también manos como las de Miguel Canto y Ricardo "Finito" López han usado con firmeza; dominó el golpe recto con la mano opuesta que lo utilizaba Vicente Saldivar, pero con la misma contundencia; sabía utilizar el castigo al cuerpo como JC Chávez y tenía la resistencia al golpeo como este, pero quizás una resistencia al trabajo físico como ningún boxeador nacional.

Sal Sánchez, a 28 años años de su muerte, aguarda a que algún joven escale de manera tan mágica como él el podio de la gloria y espera, con más seguridad, que su sobrino siga lustrando un nombre que quizás le queda grande pero que seguramente significa más que para cada uno de nosotros.

Un saludo para ustedes y un minuto de silencio para "Chava".


Salvador Sánchez (36, 1, 1) vs Patrick Ford (16, 0), para seguirlo recordando.




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